Cada vez que cuento para los amigos del centro Reina Sofía de Monzón recargo energía a nivel personal y profesional. Y aunque me hacen sentir como si estuviera en mi casa, no por ello la importancia del show es menor. Ni contar en el auditorio más maravilloso del mundo tiene igual a lo que siento contando delante de todos ellos. Sí que son especiales. Sí...y ¡cuánto me enseñan cada vez que les cuento!. Son mágicos e irradian ternura. Son una familia. Un equipo. Cada uno y cada cual tiene su papel en esta vida que les ha tocado vivir. Y transmiten todo lo que son. Sin tapujos. Sin complejos. Y grande es el equipo que los acompaña en su día a día. Me encanta observarlos . Puro amor... Fernando nació unos años antes que yo, en una calle paralela a la mía. Mi madre me mandaba a comprar botones y cintas de raso a casa de La Antonieta, su madre. En el paseo me lo encontraba. Siempre sonreía. Y gesticulaba con sus manos y brazos para hacerme entender que se alegraba de verme. Cuando voy al centro Reina Sofía de Monzon y lo veo me siento tan feliz como entonces y pienso si él y su madre, que ya no está, aprobaran mi gusto por las cintas de raso y los botones que me definen como cuentera...Es un "pour parle" en un día en el que me siento la más afortunada del mundo por poder contar en el paraíso de la bondad... Solo puedo ganar