Soplaba un fuerte viento del norte, como dicen aquí los de Benasque, cuando sonó mi teléfono.
Había aprovechado mi tiempo personal y esperaba a disfrutar de un ”mini descanso” en una de las maravillosas terrazas de este valle antes de comenzar mis clases de música.
“Y sonó mi teléfono”…
Siempre suelo estar rodeada de gente pero en aquél momento estaba sola esperando a un amigo.
Solemos quedar para comer juntos.
¡Que suerte tener amigos!. Pero de los buenos, digo.
“Y sonó mi teléfono”….
Me resisto a trasladarme a ese momento.
A escuchar ese tono de móvil que eliges un día de tu vida en el que dispones de tiempo, para que todo cante más agradable.
MI padre siempre ha dicho que el teléfono, en todas sus formas es uno de los aparatos más necesarios y más impertinentes que ha conocido.
Hay que dejarlo todo para contestar, hagas lo que hagas.
Yo lo dejé todo. Y atendí la llamada. Y de repente sentí, que el valle se me echaba encima.
Un mundo de desconcierto apareció ante mi.
- ¡No!. :- Contesté. - Es imposible. - UNA DE NOSOTRAS, ¡NO!
La palabra CANCER DE MAMA comenzó a ilustrar desde el minuto uno, todas las láminas de mi vida.
- Calmate, cariño…
Somos cuatro. Todos pura energía . Pero esa tarde, desde mi oído musical, todo lo escuchaba en “modo menor”.
Mi cuerpo se erizó de repente. Mi alma se contrajo sin aviso. Mi vida perdió todo el protagonismo a partir de ese momento.
Y comencé a sentir a partir de ¡ya!, la importancia de combatir el peligro, el miedo, la impotencia y en ese instante supe que NOSOTRAS íbamos a ser lo que ni siquiera nunca sabíamos que podíamos llegar a ser…
También con ELLOS.
ELLA, consiguió matar el bicho. Asqueroso. Más que asquesroso.
Y un año después, seguimos sintiéndonos fuertes, valientes e inteligentes.
Todos. ELLOS Y ELLAS.
Por los días vividos.
Por los viajes de idas y vueltas compartidos.
Por las bromas macabras.
Por las generosas energías.
Por la gratitud a los hospitales.
SIEMPRE JUNTAS ….