no solo los niños sino también los papás y mamás y
todos los que se han acercado a escuchar a Belentuela.
Llego a Monzón cargada de sonrisas y abrazos
que cada uno de los niños se han encargado en darme al finalizar el cuento.
No sé si ellos son conscientes de los que me regalan.
Una parte de cada uno de ellos me la llevo en mi maleta de cuentos.
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